El poder de las palabras
Las palabras tienen el poder de herir y sanar. Pueden llevar a alguien a la desesperación tan fácilmente como pueden evocar un espíritu de entusiasmo. Pueden inspirar y pueden destruir.

Aunque la mayoría de nosotros pronunciamos muchas palabras todos los días sin mucho pensamiento consciente de antemano, si estuviéramos al tanto del gran impacto que una sola palabra puede tener en otra persona, tal vez pensaríamos más antes de hablar.

Podemos prestar atención a la sugerencia, o, a veces, incluso a la advertencia, que pensamos antes de hablar, pero ¿cuántos de nosotros realmente lo hacemos? ¿Con qué frecuencia te encuentras diciendo algo, solo para lamentarte un momento después de haberlo dicho? Cada vez que nos castigamos por decir algo incorrecto, tenemos la intención de hacerlo mejor. Sin embargo, no lo hacemos. ¿Por qué? Porque entendemos el hecho de que necesitamos pensar antes de hablar con nuestras mentes pero no con nuestros corazones.

Asumimos que nuestras palabras, por mal elegidas que hayan sido, seguirán siendo solo eso: palabras. Subestimamos su poder en parte porque no queremos reconocerlo. Pero las palabras son pensamientos, verbalizados. Y muchos de nosotros admitimos que los pensamientos que creemos pueden tener una enorme influencia en nuestras vidas.

La diferencia en pensamientos y palabras es que, aunque el pensamiento puede ser tan espontáneo como el habla, los pensamientos permanecen privados. Sin embargo, una palabra, una vez dicha, no puede ser retirada.

Y no son solo otros sobre los que nuestras palabras tienen un efecto, sino que también nos afectan a nosotros mismos. Así como a veces podemos usar palabras como armas para herir a otros, podemos usarlas de la misma manera para herirnos a nosotros mismos. Y así como un cuchillo o pistola o arma similar daña el cuerpo, una palabra maliciosa, virulenta y odiosa daña el alma.

Sin embargo, prestamos atención a las lesiones corporales, ya que no solo son visibles y físicamente dolorosas, sino que también pueden ser fatales. Pero, ¿no pueden ciertas palabras asesinar al espíritu?

En Proverbios de la Biblia, se nos dice que "una palabra bien pronunciada es como manzanas de oro en cuadros de plata".

¿Cómo cambiarían nuestras vidas y relaciones con quienes nos rodean si comenzáramos a pensar conscientemente en las palabras que usamos? ¿Cómo cambiaría nuestra percepción de nosotros mismos si eligiéramos más cuidadosamente las palabras que nos decimos?

Cuando recordamos el impacto que puede tener una sola palabra, tal vez estaríamos más inclinados no solo a decir que debemos pensar antes de hablar, sino a hacerlo.

Instrucciones De Vídeo: El Poder de las palabras | Verónica Tróchez | TEDxRíodePiedras (Abril 2024).