Inocencia perdida
Los niños nacen en la inocencia. Son puros de corazón y alma. Nacen en este mundo con la necesidad de amor, tacto, afecto, etc. De hecho, se ha dicho que tocar puede curar a un bebé que está sufriendo. Cuando nacen, confían en los que están en sus vidas. No conocen el dolor emocional cuando nacen. Solo conocen el amor y la confianza. Son completamente dependientes de sus padres. Cuando lloran, por cualquier razón, confían en que sus cuidadores estarán allí para ayudarlos. Esperan ayuda, no rechazo.

Lamentablemente, cuando el abuso está presente en la vida de los niños inocentes, aprenden verdades que otros niños nunca sabrán. A medida que los niños crecen, aprenden algunas realidades duras. Aprenden que cuando lloran, no siempre serán respondidos. Aprenden la sensación de dolor físico. En lugar de conocer el tacto en su gentileza, aprenden que el tacto es doloroso y a veces implacable.

Los niños que están siendo maltratados lentamente y poco a poco aprenden que la confianza es algo extraño. A medida que crecen, aprenden que las lágrimas no están bien. Aprenden que el tacto duele. Se les quita su inocencia y se ven obligados a sobrevivir al abuso que soportan. La vida se llena de mensajes de ira y frustración que se dirigen hacia ellos. Cuando lloran, aquellos que deben amarlos solo responden negativamente. Quizás no puedan manejar el llanto de un niño; por lo tanto, los sacuden para tratar de detenerlos. El resultado final puede ser muy peligroso y a veces fatal.

Los niños nacen con la confianza de que sus padres y seres queridos les proporcionarán alimentos y otras necesidades. Confían en que cuando tengan hambre serán alimentados. Sin embargo, para aquellos niños que están siendo abusados ​​y descuidados, las lecciones son muy diferentes. Su realidad es que cuando lloran por comida no siempre reciben respuesta y pasan hambre. Su realidad es que cuando lloran porque tienen el pañal mojado, pueden terminar sentados durante horas en un pañal sucio. Su realidad es que sus lágrimas no traen ayuda, solo más dolor.

Cuando un niño llega a tener cinco o seis años de edad, sabe el dolor de ser ignorado y rechazado por aquellos a quienes más ama. Aprenden que las palabras pueden doler y herir muy profundamente. Aprenden que supuestamente tienen la culpa cuando sus seres queridos abusan emocional y mentalmente de ellos. Después de todo, cada vez que lloran son disciplinados con dureza y son llamados nombres terribles. Las palabras que se ven obligados a escuchar se les arrojan como flechas en un tablero de dardos.

Los niños que son maltratados aprenden muy pronto cómo es la vida. No saben nada mejor. Solo saben lo que les enseñan sus seres queridos. Estos niños merecen amor, ternura, gentileza, amabilidad, confianza, provisiones, etc. Sin embargo, día tras día son ignorados y rechazados. Continúan buscando el amor y la ayuda de sus seres queridos, solo para presenciar el ciclo que ocurre una y otra vez.

Nacen inocentes y lentamente ven desaparecer su inocencia a medida que crecen. Se merecen su infancia. Se merecen una infancia llena de risas, risas, diversión, amor, etc. Merecen ser tocados y amados suavemente. Se merecen ser niños.

Instrucciones De Vídeo: Lo Que Callamos Las Mujeres - Inocencia perdida (Abril 2024).