Solo una mentira

• Abril 26, 2024

Quizás recuerdes la historia de Safira, en la Biblia. La mataron por mentir. Su esposo había tratado de engañar a los discípulos acerca de la venta de alguna tierra y Dios lo mató por mentirle al Espíritu Santo. Varias horas después, Sapphira apareció, sin darse cuenta de la muerte de su esposo, y testificó la misma mentira. Dios también la mató.

No es fácil vivir como cristiano en un mundo que honra el pecado. ¿Hasta dónde llega la lealtad? ¿Debería Sapphira haber expuesto a su marido como mentiroso? ¿Debería una esposa, por respeto a su esposo, caer en el mismo pozo de engaño? ¿Cuándo es que ella, o cualquier otra persona, debe detenerse y decir: "Esto cruza la línea. No puedo vivir como Jesús manda e ir más allá".

Pablo, en el libro de Efesios, nos recuerda que, como cristianos, debemos dejar de lado nuestro antiguo ser, dejar de vivir en los hábitos que adquirimos antes de aceptar a Cristo. Debemos ponernos el nuevo yo, creado para ser como Dios en verdadera justicia y santidad. Pablo dice que por eso debemos eliminar la falsedad y hablar con sinceridad.

Casi mil años antes de que Pablo enseñara, Salomón incluyó una lengua mentirosa, un corazón engañoso y un testigo falso en una lista de seis cosas que Dios odia.

En nuestro mundo, hoy, no necesitamos preocuparnos por el tipo de penalización que sufrió Sapphira. Raramente alguien es ejecutado por una pequeña mentira. ¿No es muy común doblegar la verdad para hacer que los eventos resulten a nuestro favor? Sin embargo, cuando practicamos el engaño, la Biblia nos dice que nos estamos separando de nuestro Dios. El no tolera el pecado. No solo es pecado mentir, significa que estamos tomando el asunto en nuestras propias manos. Estamos tratando de forzar que las circunstancias salgan de la manera que elijamos. Esto no deja espacio para que Dios trabaje en nuestro nombre. Al ser completamente honestos, sin importar las circunstancias, confiamos en Dios con el resultado. Ponemos nuestro futuro en sus manos capaces.

Estamos constantemente bombardeados con el mensaje mundano de que tenemos que hacer nuestra propia suerte y debemos combatir el fuego con fuego, pero Dios dice que tiene planes para nosotros. Son por la paz y no por el desastre. Son de esperanza y de futuro. Jeremías 29:11

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