El camino de la santidad
Cuando Cristo regrese a reinar por mil años, su gobierno milenario, el poder sanador de Dios será evidente en todas partes. Incluso el terreno en el que estamos parados se beneficiará. El libro de Isaías dice que el desierto se regocijará y florecerá. La tierra seca y seca se alegrará y se regará abundantemente. Los ciegos lo verán. Los sordos oirán. Los cojos serán sanados y saltarán como ciervos. Los que han estado mudos encontrarán su voz y gritarán de alegría.

Isaías dice que habrá una carretera allí, llamada el Camino de la Santidad, que conducirá a la ciudad de Dios. Solo aquellos hijos redimidos de Dios viajarán en él. Nada obstaculizará su peregrinación y entrarán a la ciudad cantando. En su ciudad santa no habrá tristeza, solo gozo eterno.

¿Con qué frecuencia nos obstaculizan nuestros intentos de acercarnos a Dios? Las distracciones nos alejan del tiempo de oración. Los asuntos de la vida diaria consumen nuestra atención. En algunos países, el miedo a la muerte dificulta la adoración abierta de nuestro Dios. La curación no está completa en nuestro mundo hoy. Hay enfermedad. Hay ceguera y sordera. Hay discapacidades físicas. Hay muchas cosas aterradoras. Hay lugares en los que no es seguro caminar alrededor de la cuadra, y mucho menos en una carretera hacia una ciudad.

La alegría eterna, sin siquiera una pizca de tristeza, es algo difícil de imaginar. Como hijos de Dios ahora, experimentamos una profunda paz interior, esa paz dada por Jesucristo. Pero la alegría y la alegría vienen en destellos mientras tratamos con este mundo aún por redimir. En momentos tranquilos de oración y en momentos no tan tranquilos de adoración corporativa, experimentamos un vistazo de cómo será cuando Jesús regrese a gobernar la tierra. En esos momentos, comenzamos a imaginar la experiencia de viajar en esa Carretera del Camino de la Santidad. Nosotros, los redimidos, tenemos asegurada la entrada a su ciudad santa porque Jesús pagó el precio por el pecado y la maldad que era nuestro.

Se nos dice que hasta que Él regrese debemos continuar reuniéndonos con otros creyentes, para construirnos y animarnos unos a otros en estos tiempos difíciles. (Hebreos 10:25) Un día no habrá penurias, enfermedades ni miedo. Habrá gozo eterno. Hasta que llegue ese día, diga a los que están cansados, débiles y temerosos: “Sé fuerte, no temas; tu Dios vendrá Él vendrá con venganza; con retribución divina Él vendrá a salvarte ". Isaías 35: 4 (NVI) Lea Isaías capítulo 35.
    Sé el que construya y aliente.
  • Comience cada día leyendo la Biblia.
  • Conoce la historia del evangelio.
  • Repase y recuerde sus promesas.
  • Canta sus alabanzas.
  • Comparte la alegría.




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