Enseñando compasión a los niños
Una de las tareas más formidables de una madre y sus fervientes esperanzas es enseñarle a su hijo compasión. Tan diligentemente como lo intenta, es difícil ayudar a un niño a ponerse en el lugar de otro. Queremos que nuestros hijos comprendan el sufrimiento, sientan la alegría en la vida de otra persona y sean empáticos con las opiniones fuera de la suya.

¿Por qué? La capacidad de ser compasivos nos permite manejar y manejar nuestra ira y miedo con más éxito. Nos ayuda a evitar quedarnos atascados en la reactividad. La compasión es una herramienta para pasar momentos difíciles y desafiantes con mayor facilidad y paz.

Cuando la vida se aborda desde un espacio tierno, se llena de un significado más profundo. La sensibilidad y la preocupación amplían la comprensión, la tolerancia y la amabilidad.

Enseñar compasión a los niños podría ser el primer paso en el camino, pero, en última instancia, anhelamos entrenar a nuestros hijos para que sean compasivos. La mejor herramienta de enseñanza es la acción. Permitir que sus hijos lo vean involucrado en la empatía y el cuidado es la mejor manera de aprender.

Regala una experiencia Compre certificados de regalo en restaurantes de comida rápida y distribúyalos a las personas sin hogar. La mayoría de los niños reaccionan cuando ven a una persona sin hogar en la esquina pidiendo ayuda y encuentran alegría de poder ayudar.

Visite un hogar de ancianos y pase tiempo con los ancianos. En mi ciudad, tenemos un refugio que permite que los niños vengan y le lean a los niños que viven en el refugio. Los hermanos que son demasiado pequeños para leer también pueden asistir y escuchar las historias.

Involucrarse Aproveche los proyectos de buenas obras escolares o cree los suyos propios. Anfitrión de una unidad de ropa. Recoge abrigos para familias durante los meses más fríos. Adopta una familia durante las vacaciones. Escribe cartas a los soldados. Hay muchas oportunidades fáciles de involucrarse en actividades compasivas.

Oportunidades de amabilidad La compasión natural de los niños puede ser nutrida. Enseñe a sus hijos a ser amables con las personas, los objetos y la Tierra.

Tratar a los demás con amabilidad. El respeto. Tolerancia. Cooperación. Responsabilidad. Estas son todas las consecuencias naturales de la amabilidad. Practicar la bondad tiene beneficios físicos, emocionales y espirituales, y es algo en lo que puedes practicar y mejorar.

Tratar objetos con amabilidad. Los niños pueden aprender a cuidar sus juguetes y los juguetes de sus amigos. Enséñeles a guardar los juguetes y llevarlos dentro cuando terminen de jugar con ellos.

Tratar la tierra con amabilidad: reciclar. Es una manera simple de comenzar a cultivar la compasión por nuestro mundo. Enseñe a sus hijos a apagar las luces cuando salgan de una habitación. Cuando done ropa usada con delicadeza a otras personas que la necesitan, déjela directamente para que sus hijos puedan ser parte de la experiencia.

Todos esperamos que nuestros hijos tengan ese hueso natural para la empatía y la compasión, pero seguramente no está de más llenar sus vidas con oportunidades de presenciar, sentir y exudar amabilidad.

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