La responsabilidad social del tema en la narración
Al escribir historias, cortas o épicas, el tema es uno de esos elementos fundamentales presentes, entretejido en las oraciones, un bailarín en la página. Debe considerarse un elemento involuntario, lo que significa que no es necesario pensarlo. Aparece a medida que la historia evoluciona con la trama, la caracterización y el escenario. El tema puede desarrollarse con poca conciencia tanto en el lector como en el escritor a medida que avanza la historia. Puede ser muy ruidoso o un susurro, dependiendo del tema con el que esté acompañado.

Con el tema, los escritores tienen un poder influyente sobre su audiencia, similar a lanzar un hechizo y deben ser conscientes de esa magia, porque la audiencia reacciona a las palabras pronunciadas y en la página, en rebelión, apoyo, disturbios y justicia social.

A lo largo de la historia, una gran parte de las historias se centró en la capacidad del bien para conquistar el mal. Fue a través de estos temas que la sociedad aprendió su código moral básico y estableció actitudes éticas en diversas áreas de la vida.

En algún lugar, se ha producido un cambio en el tema. El mal ha ganado terreno y, en algunos casos, ha florecido haciéndolo socialmente aceptable presenciar a otros no solo morir sino observarlos en experiencias extremas de crueldad. Estos encuentros de muerte y tortura han superado con creces la historia que intentaba contar. Como resultado, los malvados campeones a través de nuestra industria de libros, televisión y películas.

La representación del horror es necesaria. El público debe ser educado para reconocer el mal por su propia protección, pero no para ofrecer un cáliz lleno de sangre para consumo personal, con personajes que evaden el juicio para volver a masacrar a más inocentes. Se supone que estos eventos de terror no se repiten una y otra vez.

Los temas del bien contra el mal y las victorias del mal han corrompido el arte de contar historias a expensas de las personas y su posteridad. Se han vuelto altamente valorados en una tendencia inquietante en la sociedad.

Los escritores de ficción tienen una responsabilidad social por su trabajo al igual que los periodistas, porque estimulan la imaginación y la imaginación inspira a la mente a manifestar sus sueños en realidad. Los escritores tienen el potencial de fomentar el desarrollo psicológico peligroso en sus audiencias. Estimulan a otros a creer y abrazar la creencia.

En el tema del mal, los escritores deben ser conscientes de su influencia para reconocer y resolver problemas en la mente de su audiencia. Es irresponsable llevar a alguien a un lugar peligroso, acompañarlo con personas peligrosas y luego dejarlo solo para valerse por sí mismo. Se les debe dar una ruta de escape, incluso con fines de entretenimiento.

La mente no solo es una cosa terrible de desperdiciar, sino que también es vergonzoso contaminarla con un tema que no tiene absolutamente ningún valor. El intelecto humano no debería tener que trepar sobre temas inquietos en una enorme pila montañosa o sumergirse demasiado profundamente para nadar bajo la sangre y la sangre para llegar al otro lado.

La mente y la imaginación son herramientas poderosas para la vida, en general. Son el comienzo de todo lo bueno y lo malo. Para cambiar a una persona, una situación, una estructura política o cultura, primero debe cambiar de opinión. La mente debe estar condicionada para captar lo bueno y usarlo para construir de manera más productiva. Los escritores de ficción ayudan a forjar el camino y a crear un mapa de escape.


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