Recuerdos cortos y poca fe
¿Alguna vez has tenido una de esas semanas o meses, donde cada día trae una nueva lucha? Hay un nuevo obstáculo que superar, un nuevo problema que resolver. He tenido la tentación de rendirme, pensando que es imposible continuar hacia el sueño, hacia la promesa de un futuro mejor o simplemente descansar.

La nación de Israel había estado esclavizada en Egipto durante cuatrocientos treinta años, por lo que la gente no sabía acerca de la libertad, excepto por las historias transmitidas de padres a hijos a través de las generaciones. Esas historias incluían la promesa de una tierra fértil que algún día les pertenecería. En su vida cotidiana, solo conocían largas y duras horas con poca recompensa, a excepción de las raciones proporcionadas por sus captores.

Dios decretó su liberación y envió a Moisés para sacarlos de Egipto. Era hora de que comenzaran el viaje a esa tierra de alegría y satisfacción. No iban solos. Dios estaba con ellos, visiblemente en una nube de día y una columna de fuego de noche. El primer obstáculo encontrado en su viaje fue el Mar Rojo. Atrapados entre el agua y un ejército que avanzaba, estaban convencidos de que los matarían. Dios les abrió un camino a través del agua.

En el postre, se quedaron sin comida y se aseguraron de que morirían de hambre. Dios proporcionó milagrosamente un suministro constante de pan celestial.
Más tarde, se quedaron sin agua y temen morir de sed. Dios proveyó piscinas de agua dulce.

Dios fue fiel en su cuidado milagroso. Sin embargo, entre cada milagro, la gente se quejó. Estaban incómodos. Tenían miedo y pensaron en volver a la esclavitud a la que estaban acostumbrados. Se olvidaron repetidamente de la provisión de Dios. Una y otra vez acusaron a Dios de abandonarlos.

Recuerdos cortos y poca fe..

¿No nos parecemos mucho a esos gruñidos israelitas? Dios nos salva de una vida sin sentido y sin esperanza, de la esclavitud al miedo, la soledad, la infelicidad, la adicción. Y, por un tiempo, felizmente avanzamos. Pero en poco tiempo, tropezamos con un obstáculo y olvidamos la columna de fuego que nos acompaña. Miramos el obstáculo y pensamos: Estoy solo. No hay salida. Nos volvemos y miramos con anhelo esa vida pasada y pensamos en regresar. Con suerte, alguien como Moisés, nos recordará que Dios siempre está presente, usando las circunstancias para fortalecer la fe.

¿Recuerdas cuando te salvó de esa adicción, esa vida triste, esa esclavitud?

¿Recuerdas cuando atravesó esa circunstancia aparentemente imposible?

¿Recuerdas cuando él proporcionó, aunque pensaste que era imposible?

¿Recuerdas la promesa de la eternidad en la tierra prometida?

Pequeñas dificultades o grandes obstáculos, Dios provee. ¿Qué tan corta es tu memoria? ¿Cuán poco es tu fe? Jesús dijo que una fe tan pequeña como una pequeña semilla es suficiente para arrojar árboles al mar y mover montañas. Seguramente eso es suficiente.

Éxodo 1-16
Mateo 17: 2
Lucas 17: 6




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