La pérdida de mi propio hijo
La muerte del hijo de uno es la experiencia más devastadora que cualquiera puede soportar. Hoy escribo estas palabras para simplemente compartir el viaje que el destino y la muerte me dieron cuando sacaron a mi propio hijo de este mundo.


Craig, murió el 2 de noviembre de 2006 a la edad de 6 años. Era mi único hijo. Murió en casa, con su madre y yo acostados a su lado en la cama. El recuerdo de ver su último aliento escaparse aún atormenta mis pensamientos de vigilia. No siempre, pero a menudo. Las palabras simplemente no pueden reflejar el horror absoluto que se apodera de un padre en ese momento. Es la verdad sin diluir, inquebrantable e innegable que todo lo que aprecias en este mundo acaba de dejarlo. Tu hijo está muerto.


Craig había sido diagnosticado con un tumor cerebral terminal y, aunque solo le habían dado entre 7 y 9 meses de vida, realmente esperaba que fuera la excepción. Siempre había sido excepcional en su vida, así que creí que podía hacerlo. El lo haría. Nunca conté que no lo lograría, ni que lo tomarían tan rápido. Los 4 meses miserables que tuvo en realidad fueron injustos. Tenía mucho que ofrecer a este mundo, estoy seguro. Y si no el mundo, simplemente los que lo rodean: sus amigos, familiares y seres queridos. Era un joven especial, dotado de un espíritu maravillosamente amoroso y un entusiasmo por la vida que, ahora, reflexiono e intentaré emular en mi propia vida. Me ha enseñado, cómo vivió su vida, cómo se debe vivir una vida. A pesar de todas las dificultades que lo presionaron, los sufrimientos que soportó y las pérdidas que seguramente sintió, de alguna manera los llevó a la ligera. Su sonrisa rara vez abandonaba sus labios y su humor lo ayudaba a él y a todos los que lo rodeaban.


Han pasado casi 2 años desde que fue secuestrado. Yo, y su madre, hemos luchado mucho con la inaceptable realidad que nos imponen. He hablado con muchas personas en ese tiempo y he corrido el guante de los muchos comentarios bien intencionados pero a menudo equivocados de aquellos que ofrecen sus simpatías y saludos. Soy afortunado porque nunca he hecho una excepción a tales comentarios. Mis pensamientos principales siempre han sido de agradecimiento por sus condolencias y sus consejos. Debajo de cualquier consejo mal elegido es que las personas desean ayudar. Viene de un buen lugar y así es como lo veo.


Cada semana espero compartir mis experiencias y mi viaje con otros y así ayudar de cualquier manera que pueda a aquellos que lo necesiten. Si nada más, es bueno hablar de eso.

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