¿Cómo va tu viaje cuaresmal?
A lo largo de nuestro viaje de Cuaresma es importante detenerse, reflexionar y tomarse el tiempo para reflexionar sobre una pregunta muy importante:

"¿Cómo va mi viaje por la Cuaresma?"

Algunas preguntas para hacer mientras medita en su propio viaje:

  • ¿Renuncié a algo por la Cuaresma? Si es así, ¿cómo estoy?
  • ¿Estoy haciendo algo por la Cuaresma? Si es así, ¿cómo estoy?
  • ¿Cómo van mis compromisos cuaresmales en general?
  • Si he vacilado, ¿cómo puedo volver a la normalidad?
  • ¿Cómo profundizarán estos compromisos mi crecimiento espiritual y fortalecerán mi relación con Jesús mientras camino hacia la Pascua?
  • ¿Me he valido del increíble regalo de la reconciliación y el perdón a través del Sacramento de la Confesión en esta Cuaresma?
  • ¿Hay algo más que Dios me está llamando a hacer esta temporada de Cuaresma?

La temporada de Cuaresma es un tiempo para renovar nuestras promesas bautismales. Es una temporada de oración, ayuno y limosna. La Cuaresma es una temporada penitencial, pero también es un momento en el que debemos profundizar nuestra relación con Jesús, nuestro Señor y Salvador. Un momento para volver a centrarnos en lo más importante. Un tiempo para distanciarnos, si lo desea, de las cosas de este mundo y fortalecer nuestro viaje de fe. Un momento para notar el amor de Dios a nuestro alrededor: en la sonrisa de un extraño, la belleza de una puesta de sol, el cuidado amoroso de un amigo o familiar, la alegría de acercarse y ayudar a otro. Y lo más importante, un momento para recordar el gran e impresionante amor que nuestro Señor tiene por todos y cada uno de nosotros. Un tiempo para, a través de nuestros propios sacrificios, unirnos más profundamente con nuestro Señor en la cruz.

La Cuaresma es un tiempo ...

Caminar el viaje con nuestro Señor, confiar totalmente en su cuidado y guía.
Alejarnos de nuestra propia voluntad y confiar en la voluntad de Dios se hará.
Aprender a amar más completamente.
Orar más profundamente.
Pedirle al Espíritu Santo que revele su santa voluntad para nuestras propias vidas.
Agradecer a nuestro querido Padre Celestial el regalo más preciado de su único hijo, nuestro Señor Jesucristo.
Agradecer a Jesús por el mayor regalo de todos: su amor incondicional que hace posible nuestra salvación.

Estas son cosas que siempre debemos tener en nuestros corazones, pero la temporada de Cuaresma es un momento para llevar nuestro viaje espiritual al siguiente nivel.

Ponte a prueba para abrazar y convertirte más plenamente en la persona que Dios te creó para ser.

Paz en cristo
© Melissa Knoblett-Aman

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