Cuidado de la persona con autismo
Las tasas de autismo están llegando al 1% de la población, y los niños se ven afectados en 1 de cada 70 nacimientos. Con esta tasa creciente, es probable que las enfermeras necesiten comprender cómo administrar y tratar de manera efectiva a esta población especial. El autismo es un amplio espectro, que abarca desde el trastorno generalizado del desarrollo no especificado de otra manera hasta el trastorno desintegrativo infantil. Como con la mayoría de las poblaciones de pacientes pediátricos, los padres son el mejor recurso para su atención, pero no todos los autistas son niños. El rápido crecimiento de esta población comenzó hace unos 20 años, lo que significa que estas personas ahora son adultos jóvenes que se enfrentan a un mundo no preparado para sus necesidades.

Las personas con autismo funcionan mejor con rutina, control de su entorno e intervenciones no físicas. Entonces, ¿cómo tratas a alguien que se derrite con el tacto y la rutina desconocida? Un punto de partida sería asignar cuidadores primarios a este paciente. El siguiente paso sería colaborar con los padres. Si se trata de un adulto joven, probablemente todavía habrá cuidadores involucrados, y se les debe consultar con el permiso del paciente. El autismo es a menudo un mundo definido por absolutos y reglas. Si el personal puede articular claramente las reglas y la rutina para el paciente a través del medio más propicio para las necesidades de ese paciente en particular, entonces el paciente se siente más en control y seguro. Esto requiere que el personal no rompa esas reglas una vez que se establecen, o que esté preparado para lidiar con la ira, la ansiedad y el brote emocional que pueda ocurrir.

Es importante que la enfermera defienda a su paciente, no permitiendo que el paciente termine sedado médicamente solo porque tiene una crisis. La crisis es simplemente la forma en que una persona con autismo muestra sus emociones. Para empezar, es mejor evitar el colapso, en lugar de intentar "tratarlo". A menudo hay signos de una crisis inminente que deben discutirse con el paciente y el cuidador. Típicamente, los autistas prefieren la presión al tacto ligero. Entonces, aunque podemos estar acostumbrados a acariciar suavemente una mano, el autista puede preferir que aprietes un dedo en su lugar. Una vez más, esto será muy individual y debe discutirse con el cuidador principal o con el propio paciente, dependiendo de dónde se encuentren en el espectro. Otras cosas para discutir son las comidas, las rutinas a la hora de acostarse, los comportamientos de autoestimulación y lo que mejor calma al paciente cuando está molesto.

La forma en que una enfermera se comunica verbalmente con una persona autista puede tener un gran impacto en su cooperación y cuidado. Muchas personas con autismo no pueden procesar correctamente las señales no verbales. A menudo interpretan posturas y expresiones faciales como reflejo de su diálogo interno. Lo que significa que si están asustados o enojados, pensarán que tú también, independientemente de tus palabras. Es importante mantenerse neutral, suave y monótono con su discurso. El discurso rápido, las inflexiones ascendentes y descendentes, y los movimientos motores grandes pueden agravar a una persona con autismo que ya se dirige hacia la crisis. Apéguese a los hechos y permita que el paciente procese lo que ha dicho. Cuanto más precisos sean sus datos, más confianza generará. Tenga cuidado de no tomarlo personalmente si el paciente tiene una crisis. Sea solidario, compasivo y abierto, ya que esto facilitará una recuperación más rápida del malestar emocional. Recuerde darles el espacio físico y la seguridad que requieren. No asuma que no "entienden". El autismo no está relacionado con el coeficiente intelectual, y sus pacientes serán mucho más brillantes y creativos de lo que piensan. Tenga en cuenta el hecho de que los cuidadores han encontrado las mejores formas de hacer frente, y si bien pueden hacer cosas que le parecen extrañas, es importante ser comprensivo y comprensivo.


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